Intervención de Costa Rica ante Sesión Ordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos sobre situación en Venezuela
Por Embajador Rogelio Sotela
Jefe de Misión permanente ante la OEA
Señor Presidente,
Señoras y señores Embajadores,
Señor Secretario General,
Señor Secretario General Adjunto,
Señoras y señores delegados,
Costa Rica es uno de los Estados que solicitó incluir la situación política en Venezuela como un punto en agenda de ese Consejo Permanente, así como también uno de los 13 Estados que se adhirió a la intervención recién pronunciada por Panamá sobre este mismo tema.
Aun cuando Costa Rica se encontraba en posición de apoyar una declaración mucho más categórica, consideramos fundamental unir nuestra voz a la vehemente pero rotunda solicitud que ha hecho la comunidad internacional de revocar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, pues además de ser contraria a la voluntad popular expresada por más de siete millones de venezolanos en la consulta popular del 16 de julio, es ilegítima, se encuentra viciada y llevará a Venezuela a un punto de no retorno, sepultando los últimos vestigios de democracia.
Como está actualmente concebido, tal proceso terminará por minar lo poco, lo muy poco, que queda de su institucionalidad.
En Venezuela no existe el debido proceso, la independencia y separación de los poderes del Estado, ni la democracia de partidos. En Venezuela se suspenden elecciones, desaparece el voto universal y la alternancia del poder. Desde el Estado, se promueve la ilegalidad, la represión y la violencia, vulnerándose así los derechos y libertades más fundamentales de sus ciudadanos.
Ante esta gravísima situación, lamentamos profundamente que los Estados miembros continuemos divididos en cuanto a la mejor manera de enfrentar el rompimiento del orden constitucional y democrático en Venezuela.
Lamentamos la persistente falta de convicción de varios gobiernos de la región que impide contar con las mayorías necesarias para responder a una situación en la que coexisten varias crisis: la política, la económica, la humanitaria, la de los derechos y libertades y que ya empieza a perfilarse también en una crisis migratoria.
Costa Rica lamenta también, que a pesar de su expresa solicitud, no hayamos podido convocar un Consejo Permanente ordinario o extraordinario para escuchar el tercer informe del Secretario General, Luis Almagro, sobre la situación en Venezuela en el que se documenta la gravedad de las violaciones a los derechos humanos. Todo esto sucede, paradójicamente, mientras Venezuela ocupa un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra y mientras utiliza el escudo de la soberanía para actuar con impunidad y atacar el escrutinio externo.
La indiferencia y el desinterés de muchos Estados se mide en vidas.
Suman ya 117 días de protestas, con un promedio de una persona fallecida por día. La mayoría de ellas son jóvenes que crecieron bajo el régimen que, en lugar de protegerlos, los reprime y ataca de manera metódica y sistemática.
Se trata de jóvenes desarmados, muchos de ellos menores de edad, que se rebelan contra un gobierno autoritario que los vio crecer pero que mina su propia institucionalidad y utiliza todas las herramientas a su alcance para perpetuarse en el poder. Son más de 450 los presos políticos, son 4.500 las personas detenidas, 15.000 los heridos, y muchas las personas torturadas, juzgadas en tribunales militares o inhabilitadas para ejercer cargos públicos.
Venezuela se adentra en las aguas de la dictadura ante nuestra vista y paciencia.
Señor Presidente,
El silencio cómplice y la falta de voluntad política de algunos Estados, amarra por momentos las manos a quienes deseamos encontrar una solución política, negociada y pacífica en Venezuela. Pero Costa Rica no descansará en encontrar los caminos legítimos y amparados bajo el derecho internacional para no dejar desamparado a un pueblo que reclama en las calles, con una tenacidad admirable, la transición democrática.
Lo que piden los venezolanos es muy sencillo: elecciones libres, secretas y universales. La única salida es la electoral y esa -y no otra- es la forma de devolverle a ese pueblo su dignidad y la oportunidad de reconstruir las instituciones democráticas de la que fuera, hace muchos años, una sólida democracia de la región.
Muchas gracias.
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